miércoles, 18 de julio de 2012

En una devaluación fiscal sólo paga el ciudadano


La subida del IVA aprobada por el Gobierno de España recientemente obedece a un intento de los dirigentes de este país por lograr los objetivos de déficit exigidos desde Bruselas para 2012. España no puede superar el 6,3% de déficit sobre su PIB, una ardua tarea que el Gobierno está intentando cumplir mediante el  recorte de gastos y el incremento de los ingresos, aunque esto último no se ha conseguido todavía. El estancamiento económico que vive España está impidiendo que los ingresos del país se incrementen, de modo que el Gobierno decide volver a subir los impuestos castigando el consumo y la inversión, creando un círculo vicioso del que es complicado salir.

 Por si esto fuera poco el sistema financiero español vive el momento más delicado desde el comienzo de la crisis, la morosidad se encuentra en el 8,95%, muy cerca del pico histórico establecido en el 9,15%. Además, varias entidades se encuentran a la espera de recibir una inyección de liquidez de dinero europeo para continuar operando con normalidad.

Devaluación fiscal para ganar cuota de mercado

Ante este panorama tan complejo, la única salida factible para España viene del exterior, que el resto de países, sobre todo de la zona euro y la UE en general, incrementen sus importaciones de bienes y servicios españoles. El endeudamiento privado español es del 220% del PIB, por lo que la demanda interna no va a ser la que nos saque del agujero. Como son las exportaciones las que van a tener que tirar del PIB,  la productividad de las empresas españolas tiene que seguir creciendo a buen ritmo para intentar que los bienes y servicios españoles sean competitivos respecto a los de nuestros principales socios comerciales. Hay que recordar que el 67% de todo el comercio español es intracomunitario. Una de los caminos para lograr ganancias de competitividad es la conocida como ‘devaluación fiscal’.

Precisamente hace pocos días el Catedrático en Economía de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín, explicaba en su blog como los profesores de Harvard Emmanuel Fahri y Gita Gopinath y el profesor de Princeton Oleg Itskhoki hacían una interesante propuesta  para solucionar uno de los principales desequilibrios dentro de Europa, los elevados déficits por cuenta corriente de varios países.

Elaboración propia con datos de Eurostat


 La solución para estos expertos pasa por algo parecido a lo que aprobó recientemente el Gobierno de España, una subida contundente del IVA y una reducción de las cotizaciones sociales. Con una gran subida del IVA se encarecen por igual todos los bienes y servicios que se venden en España, como consecuencia el consumo se resiente y la importaciones de bienes y servicios extranjeros cae, los españoles también en principio. Pero como las empresas españolas exportadoras se reembolsan en IVA de forma inmediata pueden seguir exportando sin costes adicionales. Además, con la reducción de las cotizaciones sociales se reducen los costes de las empresas españolas, lo que pueden usar estas compañías para abaratar o mejorar sus bienes y servicios, ganando cuota de mercado. Como dice Sala i Martín “de este modo, la ‘devaluación fiscal’ consigue el objetivo de encarecer los productos extranjeros y abaratar los españoles, exactamente igual que la tradicional “devaluación monetaria”. Así se corregiría el déficit por cuenta corriente español y como consecuencia comenzaría a reducirse la deuda exterior española.


Sólo paga el ciudadano

La parte negativa de la devaluación fiscal salta a la vista, todos los esfuerzos provienen de los ciudadanos. Primero la subida del IVA, impuesto que recae sobre el consumidor, además el IVA es un impuesto regresivo (pagan más las menores rentas). Por otro lado la reducción de las cotizaciones sociales, que afectan de lleno a la remuneración del factor trabajo (salario de los trabajadores). El salario de un trabajador está compuesto de dos partes: el salario directo y el salario diferido, en este último es donde se encuentran las cotizaciones a la seguridad social, parte del salario que el trabajador recibirá tras su jubilación.

Queda claro así que la devaluación fiscal es una alternativa para incrementar la competitividad de los bienes y servicios españoles y lograr el equilibrio la balanza por cuenta corriente, pero el precio que tiene que pagar el ciudadano es elevado. Serían los hogares los que tendrían que sacrificarse reduciendo su poder adquisitivo actual y futuro, con las nefastas consecuencias para la economía española

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