Según un índice elaborado por el prestigioso portal financiero Bloomberg, España ocupa el último puesto en concesión de patentes. Este es uno de los indicadores más usados en el campo de la innovación,sobre todo para realizar comparaciones entre países. Es un indicador basado en los resultados, de modo que también mide de forma indirecta la eficiencia del gasto en I+D de un país. Y es que, de nada sirve un gasto muy elevado en porcentaje del PIB en I+D si al final no se logran resultados.
Este índice elaborado por Bloomberg incluye a los 50 países del mundo más innovadores, para ello utiliza una serie de indicadores, cada uno de estos se le asigna una ponderación o peso según su importancia, y la suma final da como resultado lo mucho o poco innovador que es un país. En términos globales, España ocupa el puesto 27 como ya expliqué aquí, pero separando los indicadores, en el de patentes España ocupa el último puesto, por detrás de países como Polonia, Estonia, China, Nueva Zelanda o Sudáfrica.
Que un país como España ocupe esta posición en la creación de patentes puede explicar parte de los males que vive el país actualmente. Las innovaciones tecnológicas suelen contribuir a disminuir los costes de producción a la vez que los productos innovadores permiten ampliar la oferta de input intermedios en el proceso productivo, aumentar el output real e incrementar las posibilidades de consumo.
Es decir, un mayor uso de la innovación y la tecnología en España podría haber supuesto una producción de bienes y servicios más competitivos en el mercado, más sofisticados y menos expuestos a las variaciones del ciclo económico. Una mayor inversión en innovación y desarrollo habría ayudado a crear un sistema productivo más diversificado y con un mayor valor añadido, ayudando a reducir las tremendas oscilaciones que sufre la tasa de paro española. De todos modos, esto no es nada nuevo.
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